Métodos de estudio en clínica del trabajo
La clínica del trabajo
parte de considerar este como el elemento organizador de las relaciones que se
definen entre el individuo y el medio. Por esto el estudio de las denominadas
patologías de la productividad, puede hacerse a través del estudio de la
actividad elaborada por los individuos.
En este sentido es
posible considerar la actividad como “la construcción particular y singular
elaborada por los individuos para adaptarse y transformar el medio en el cual
ejerce y despliega sus acciones”. Esto significa que la actividad es producto
de la interpretación del medio, de su identificación prospectiva en la cual el
individuo es capaz de prever las evoluciones de los eventos basándose en su experiencia. Esto con el fin de elaborar
acciones que le permiten actuar conservando y desarrollando sus conocimientos.
En últimas se puede considerar la actividad como el campo donde se ejerce el
compromiso subjetivo de los individuos.
La actividad de trabajo
se constituye así en el escenario donde se desarrolla la individualidad y al
tiempo es el lugar donde se elaboran las singularidades colectivas. El trabajo
es entonces el campo diverso donde se pone de manifiesto la contrariedad, la
uniformidad y la heterogeneidad, por tanto se constituye en un campo privilegiado
para la construcción de la identidad de todo sujeto.
En el estudio de la
actividad de trabajo, los vínculos entre actividad y subjetividad son objeto de
análisis. La acción visible y descriptible es la expresión de las formas de
regulación de la actividad, al tiempo revela las formas de juzgamiento, la
elaboración de objetivos desde la perspectiva individual y colectiva. Los
rasgos centrales de la clínica del trabajo se pueden caracterizar así (Lhuilier,
2006)4:
[1] establecer la
importancia de las demandas expresadas por los trabajadores,
[2] valorar la dimensión
colectiva los marcos de análisis
[3] destacar la centralidad
del trabajo en su doble dimensión: organización social del trabajo y vinculo
subjetivo al trabajo
[4] definir la intervención
del analista como proceso de cambio y transformación de las situaciones
concretas de trabajo
[5] La clínica del trabajo
se desarrolla entonces a partir del testimonio del trabajador y se elabora la
intervención a partir de este, esto solo puede llevarse a cabo en la situación
real y objetiva de trabajo.
A partir de los
trabajos de Gabriel Fernández & Yves Clot, se definen dos conceptos
centrales en el estudio clínico de las actividades profesionales.
·
El
primero de ellos indica que una profesión, o género profesional. Es un conjunto de obligaciones que, sin
proponérselo, impone el grupo profesional para poder alcanzar el objetivo,
incluso en contra del modus operan-di prescrito. Además, es un conjunto de
evaluaciones de las situaciones
compartidas por los profesionales, que sirven para organizar de forma
implícita su actividad.
Desde el punto de vista
del sujeto, es una memoria para la acción. Es una memoria trans-personal y
colectiva que le da consistencia a su
actividad: maneras de ser, de comportarse, de
iniciar y terminar una acción, de dirigir la actividad con éxito.
Estas maneras de
abordar las cosas y de dirigirse a las personas forman un repertorio de actos
pre-organizados, admitidos o desplazados,
producto de la historia del grupo profesional. Berthoz (1997) habla de
memoria del futuro. Para nosotros, el género
profesional es un entramado de técnicas, tanto del cuerpo como intelectuales, de palabras y de gestos
profesionales. Lo consideramos como un
recurso que el profesional puede adaptar al
contexto de la acción, y con él que también, en la mayoría de las veces,
adapta el contexto para actuar.
El género profesional
tiene entonces dos caras: por un lado es un conjunto de normas compartidas y,
por otro lado, un recurso para la vida
profesional ya que otorga la posibilidad a cada miembro del colectivo de
trabajo de adaptar la norma. Para nosotros, este es un punto determinante de la
movilización subjetiva. El género es un medio para saber cómo actuar en la situación profesional. Su adopción, consiente
o no, por parte del sujeto marca su
pertenencia al grupo profesional y orienta su acción. El carácter transpersonal
del género le confiere una función
psicológica peculiar ya que, sobretodo, organiza las relaciones profesionales
entre trabajadores y no directamente las
relaciones intersubjetivas entre personas.
Es importante recalcar
que cada individuo le da consistencia y perennidad a su actividad. Dos
conceptos se encuentra asociados en clínica del trabajo al estudio de la
actividad estos son los conceptos de Genero y de estilo. Cuando se habla de
género se considera que cada miembro del
grupo profesional puede acoplarlo a las exigencias de su acción. Esta
adaptación hace del género profesional un instrumento de la actividad.
·
De
igual manera el estilo de la acción
es el proceso psicológico que le permite a un sujeto ajustar el género. El profesional se deshace de ciertas
obligaciones genéricas transformándolas,
lo que hace posible la continuidad de su acción. Bajo este aspecto, el sujeto
interpone entre él y las obligaciones
genéricas una distancia psicológicamente necesaria para ajustar la
regla, el gesto o la palabra, y de este modo conservarle su propiedad de recurso para la acción. El
estilo es, entonces, el proceso que mantiene vivo al género profesional, puesto
que lo desarrolla al incluir nuevas variantes valoradas y conservadas –o no-,
por el colectivo profesional.
En realidad el estilo
realiza una doble liberación. La primera es una liberación con relación a la
memoria trans-personal, es decir, como lo acabamos de señalar, la memoria de
las obligaciones genéricas. La segunda es con relación a la historia personal.
El sujeto ajusta sus propios esquemas personales – sensitivo-motores,
cognitivos, emocionales-, movilizados en la acción bajo el doble impulso del
sentido personal de la actividad y de la eficiencia de las operaciones de
trabajo.
También vemos esta
segunda liberación como un desarrollo, en este caso del sujeto, que tiene lazos
estrechos con su salud. La clínica de las actividades profesionales nos ha
enseñado que la estricta conservación del ser es un obstáculo para la salud.
Solo el desarrollo del poder de acción sobre el entorno y sobre sí mismo es un
factor favorable para la salud.
Las defensas que los
trabajadores construyen para salvar su “normalidad” los rebajan (Clot, 1999b),
porque la normalidad no es más que la adopción de una norma única, mientras que
la salud responde a la capacidad de producir nuevas normas, incluso en contra
de la norma vigente (Canguilhem, 1966/1984).